sábado, 4 de julio de 2015

Estos son los recuerdos de mi alma... (editorial de Epoca, en el mes de aniversario)

Las mañanas aromadas de café, la música insistente y acompasada de una vieja máquina de escribir que principiaba su canto a las cinco y cuarto, evidenciaban el inicio de la jornada. Unos ojos verde olivo con chispas de sol y de luna, ocupando el mismo espacio en la mesa, vigilando la prolijidad del texto tanto como la disposición adecuada del pan, el queso y la aceituna. Y seguía componiendo música y crónicas, con una cadencia que añoro, que sueño y que siempre me acompaña.
Los manuscritos, las fotos del extranjero, las crónicas de Sullana, de Paita y de Talara; el arte de las publicidades, la cinta adhesiva, la tijera, el lapicero y el lápiz, la mesa de trabajo llena, era el anuncio de una nueva edición. En la calle Lima#444 se estaba gestando otra entrega de Época, la Actualidad Gráfica del Norte.
¿Quién se casó?, ¿quién bautizó a su hijo?, los viajes de negocio y de placer, las graduaciones y las fiestas de promoción, la red social más efectiva y la forma más confiable de conocer la realidad norteña; opinión de expertos, columnas de eruditos, los personajes más entrañables, los hijos ilustres de Piura han escrito en Época: “uno es alguien en el quehacer cultural si ha publicado en esta revista”, decía la senadora piurana Carlota Ramos de Santolaya.
Hace 48 años, la Revista Época vio la luz e iluminó el norte, contando su historia, analizando su panorama y recitando las maravillas de ser piurano. Nació para poner al corriente a los hijos de esta tierra y conectar a los que habían salido un rato para regresar algún día. La crónica viva, bajo la pluma aguda (como el ángulo de sus cejas cuando desaprobaba) de Carlos Manrique León y el olfato estadístico perfumado de amancaes y algarrobos de Carmen Argüelles Checa de Manrique.
Los tiempos han cambiado, Piura ya no es la misma, pero Época sigue contando la historia, sigue al pie del cañón conectando a los piuranos, sosteniendo la tradición, dando la oportunidad de compartir las letras de quienes marcan la pauta en la cultura piurana, mostrando nuevas caras y viejos conocidos; los nacimientos, los bautizos, los casamientos, los viajes, las notas de Sullana, de Paita y de Talara. Ya no está la sonrisa amplia y la pluma afilada de Carlos Manrique, ni la luz intensa y la inteligencia de la Carmencita Argüelles, no hay más máquina de escribir, ni fotos con negativos a color y en blanco y negro. Seguimos los siguientes, los que continuamos, los que ponemos el alma homenajeando mes a mes a quienes nos heredaron obstinación, tesón y pasión por nuestra tierra y por la tinta que ya no pinta las manos pero marca el alma. ¡Feliz aniversario Época!

lunes, 22 de septiembre de 2014

Me robaron la inocencia

Una pistola rastrillada me apuntaba, mientras este mocoso que no llegaba a los veinte años, intentaba despojarme de mis pertenencias, el otro, que tenía un cincel estiraba la mano amenazante, entre tanto, el tercero saltaba de un lado a otro, algo exaltado y fuera de sí. Los tipos se abalanzaron sobre nosotros y, claro, hice lo que me dictó el instinto, el inconsciente… totalmente inconsciente: corrí arranchándole la cartera al facineroso, y poniendo a salvo mis objetos valiosos, dejando vulnerable mi vida, poniéndome en riesgo y arriesgando a mi acompañante, que pudo haber recibido el balazo de mi inconciencia. Cada vez que miro la grabación de las cámaras de seguridad, la piel se me eriza, porque veo claramente el disparo que nunca salió, como una luz que impacta sobre mi cargo de conciencia. Pasó en solo diez segundos, que contabilizamos en la memoria como bastantes, muchos más, pero que pudieron cambiar el rumbo de nuestras vidas y de las de nuestros seres queridos. Y la pregunta que me queda es, en qué momento el instinto de supervivencia mutó y me puso como prioridad en el escalafón a las cosas materiales, me arriesgué por lo que juzgué en ese momento más importante que mi propia vida, que la vida de mi compañero, que el futuro de mis hijas. Me di cuenta que no estoy preparada para tanta violencia, que mi instinto de supervivencia identifica erróneamente el peligro y me lleva a peligrosas reacciones. Vivo frente al mar, en el malecón de Chorrillos, en un mundo encantado, que resultó ser un lugar con índices alarmantes de asaltos, violaciones y crímenes, donde la policía está pintada y serenazgo brilla por su ausencia, pero yo pensaba que era el paraíso, y que "eso" le pasa a otros, olvidando mi deber como persona y como ciudadana: prevenir. Igual que los simulacros de sismo, hay que entrenarse en situaciones límite como ser víctima de un asalto; hay que practicar para que nos agarren preparados y reaccionemos de forma lógica y calculada; hay que hacer el ejercicio con nuestros hijos, para que sepan como actuar, porque la gran mayoría de criminales se encuentra bajo los efectos de drogas duras, motivo suficiente para no dejar en sus manos el resultado final del evento. Felizmente mi no me robaron nada, solo la tranquilidad y la venda con la que había vivido hasta hoy, en un mundo lejano a la realidad. A mi, me robaron la inocencia.

miércoles, 18 de diciembre de 2013

Baile de prom

Él me llevaba sobre sus zapatos, y yo volaba feliz escuchando la música dulce y suave que marcaba el compás un, dos, tres, un, dos, tres. El mundo era de colores y giraba a mi alrededor, sonaba el mar en mi cabeza y en mi corazón la firmeza de sus brazos sosteniendo mis sueños, de sus manos conteniendo las mías, asegurándome en un apretón que no me dejaría caer, que nunca me dejará caer, que estoy segura mientras sigan mis pies sobre sus zapatos. Yo bailaba y bailaba, y él me enseñaba a girar en un cuento encantado, la imagen más fuerte y tierna que ha pisado la tierra deja que le pise los zapatos para llevarme al compás de la música que contaba un, dos, tres, un, dos, tres. Yo era la princesa del cuento y él me llevaba sobre sus zapatos; el más grande, el más bueno, el que me compró el vestido, el que eligió mis zapatos y ordenó mi peinado, el que me llevó sobre sus zapatos al baile, el que no es mi padre pero lo quiero como si lo fuera, el que gruñe como un ogro pero es un rey.

lunes, 14 de enero de 2013

Sentir

Sentir y dejarse el corazón en el tintero poniéndolo de escudo no es lo más sensato. ¿Quién descubre el alma de manera tal que se convierta en blanco fijo de quien no tiene escrúpulos ni cortesía? ¿Qué necia gente es capaz de exponerse al fuego con la piel desnuda? 
Los consejos, aunque propios, de poco sirven y la experiencia, flaco favor hace cuando la voluntad se desboca y se separa de la razón, ni la luz fuera de la caverna, ni la revelación, nada frena el apetito concupiscente cuando ya se probó cicuta, entonces se muere tranquilo...porque ya se vivió. 
Las gentes de bien han de salir a las calles, las buenas personas deben protestar, porque los corazones rotos reclaman satisfacciones, porque los duelos sufragan al ofendido, porque la sabia del árbol torcido limpiará las heridas del justo.
Una vez sosegada la efervescencia del primer instante, el remanso triste y seco susurrará en el oído del resignado y advertirá que nuevos vientos se aproximan, que cubra con menos celo y más pericia lo que por decreto mantiene a un ser en pie. 

lunes, 17 de diciembre de 2012

Mi cuento de hadas


Resulta que cada uno tiene un cuento de hadas y es necio quien deja pasar su cuento añorando uno que no está hecho a su medida. En todas las historias no siempre hay un príncipe y una princesa, o un sapo o una bestia. No en todas las historias hay una bruja o un hechicero o una varita mágica o un caballo blanco. Todas las historias no son iguales y cada uno teje la suya con los colores de las madejas que tiene a mano. Ese que busca colores que no tiene, siempre vive infeliz. Yo no, yo soy feliz.
Mi historia tiene un príncipe, dos princesitas y una bruja. En mi historia el príncipe quiere a la bruja que tiene dos princesitas, y las quiere a ellas también porque se parecen a la bruja que él tanto ama. En mi historia las princesitas, que son hijas de un sapo, quieren al príncipe como a su padre, y viven felices en un palacio de cristal lleno de luz donde la bruja sonríe y se mira en los espejos.
La bruja come manzanas y el príncipe la despierta con un beso. El príncipe de mi cuento es muy feo, pero la bruja lo quiere y cree que es el más bonito príncipe del mundo.
No hay caballos, ni flores de colores, pero hay un mar inmenso que sosiega el espíritu y el alma, un remanso de paz que se rompe con la risa de las princesas y con sus gritos cuando se pelean, porque en mi historia, las princesitas se pelean de vez en cuando pero luego se amistan y se quieren porque son hermanas. Ellas aprenden a ser tolerantes, a negociar, a inventar juegos. Ellas conjuran el mal humor de la bruja con una caricia, y la bruja se acuerda que alguna vez fue princesa cuando besa sus bellas caritas.
La bruja de mi historia tiene buen genio, pero se convierte en un dragón y echa fuego por boca de vez en cuando, lo hace cuando está molesta y también cuando está feliz. El príncipe se asusta porque nunca conoció a una bruja dragón que antes fue princesa, seguro él quería conocer a la princesa, pero esa ya no existe, solo adentro, muy adentro de sus ojos, cuando se emociona, cuando la sorprenden con alguna sorpresa, porque a la bruja de mi cuento le encantan las sorpresas, no importa de que se trate, el simple hecho de que sean sorpresas le alimenta el corazón.
En mi cuento, la bruja, como es muy humana, a veces se pone triste, se siente fea, sin magia y necesita amor expreso, manifiesto y deliberado. El príncipe, la ama y la reconforta, él cree que ella es increíble, entonces ella se levanta, canta y le cuenta su felicidad a todo el mundo, porque siente que es feliz por primera vez en la vida, así que hace que esa felicidad se multiplique y la hace crecer, no la guarda para que se marchite, no la protege del sol; la lleva consigo y la gasta porque la felicidad es de esas cosas que crece cuando se usa, que se incrementa cuando se obsequia, que aumenta cuando es compartida, y la felicidad de la bruja es auténtica y verdadera.
Este es mi cuento de hadas y para mí es el mejor, no se parece a ninguno porque lo hice yo, y es un cuento feliz porque no tiene final, tiene un presente continuo y continuará…

martes, 9 de octubre de 2012

Malos pensamientos


Podría morir ahora mismo, sin remordimientos, ni culpas, aunque prefiero morir con la conciencia sucia, por lo menos con eso tendría para rumiar en el infierno. Qué hago en el cielo sola y vacía, triste y con nada, con lo mismo que llegue...con eso me voy, ni una culpa que me aliente a sufragar mi pena. Que estúpida conciencia la que duerme tranquila, no conoce el placer del pecado, el cosquilleo del riesgo, ni el morbo de la culpa.
Me han dado un tiro de gracia, certero, inclemente, cruel, de esos que se disparan con la cabeza pero que golpean en el corazón, y aunque el mío esta vacío, seco, en cáscara, igual duele y duele mucho.
Necesito cometer algún error, así me muero contenta o por lo menos no tan triste.
La cobardía y la tibieza son características del mediocre, ese que no se arriesga, el que no se la juega, el que ríe a medias, el que llora a medias, ese que no gana, ni pierde, ese que no vale la pena.  
Moriré sola y sola me lloraré, me sacaré al viento navegando hasta convertirme en parte del mar, donde pertenezco, donde me siento bien.  Podría morir ahora mismo, pero mejor lo hago mañana.

jueves, 8 de marzo de 2012

Once años


Once años son más que suficiente para estar sin libertad, once años de renuncia y sacrificio fortalecen el espíritu del más débil, del menos recio, del conformista y del tibio. Once años son una buena escuela para conocerse íntimamente, para saber de uno, de sus reacciones más atroces, de las más sublimes, de los sentimientos límite, y de los límites de la paciencia. Aprendí a vivir con otro ser y a hacerme cargo de mis decisiones, aprendí a llorar callada, a recibir mal por bien y a recibir bien por mal. Fui buena, fui mala, pero sobre todas las cosas aprendí que el amor es lo más importante y si no existe no hay poder que sostenga el derrumbe, sucederá tarde o temprano porque lo que uno cree construir sólido y con bases firmes, si no tiene amor en la pepa no sirve, se cae, tarde o temprano....y cuando es tarde duele más.
Hoy busco encontrar algo, no sé que es, cuando lo encuentre lo sabré, por ahora tengo el tiempo y la paciencia para que sea bueno y verdadero, ya nada me apura, ni la juventud, ni el afán (como me dijo mi abuela cuando me casé embarazada). A cambio tengo la sabiduría que solo otorga el haber vivido y, Dios, sí que he vivido...once años en el cautiverio de mi propia falta de voluntad.